martes, 20 de septiembre de 2011

Los restos de una colisión...




DE LO QUE VEO2
                              Fotografía por Erika Molina Prado



Cuando se tiene la certeza se puede apostar todo al mismo caballo,
así que los domingos comienzan temprano. A pesar de que no entiendo
que hago ahí, me queda claro quien me arrastró.


Estuve a punto de saltar sobre el amplificador, menearle al ecualizador,
cargar todo hacia los medios y definitivamente anular los graves.De por si,
soplarse el apocalipsis desde el primer libro de Jacob ya era en sí, todo un
crimen...y sin botana.


Me dediqué a contemplar los abanicos del techo, calculé la cantidad de yeso
en cada estatua,los listones de charbel, y cada mosaico de la pila.De todas
maneras no tenía la menor atención de hacer vínculo alguno en ese lugar.


De pronto,en la fila para comulgar se desprendieron unos ojos que veloces recorrían
la columna hasta llegar a mi banca.Trágame tierra.


Siempre he creído que para sentirse incómodo hacen falta un par de elementos.Un poco de culpa, ó el más básico cinismo.La oportunidad de lujo al alcance de una buena conciencia, el orificio donde la duda puede anidar de manera perpetua.


Pero a mi favor tengo la terrible sospecha del reptil. Sangre fría para desdeñar
cualquier intención prejuiciosa.Y nueve segundos.


Todos tenemos una medida exacta de tiempo para perder el control.Un lapso que puede
tener costo alto y la vida misma en el momento menos oportuno.Nueve segundos que he logrado reducir a TRES.


Tiempo suficiente para respirar y analizar meticulosa y rápidamente las probabilidades.Así que, levanté la mirada y continué repasando los candelabros.
Luego, al finalizar el serivicio, mientras esperaba que se desalojara un poco
la puerta principal, escuché decir a un par de ancianas lo maravilloso que era
escuchar al tipo de las enaguas hablar en latín.


¿Quién demonios era yo para destruir su fantástica ilusión? Así que desistí y ni
me acerqué a ofrecer mis servicios de audio.


Ni siquiera debía estar ahí.

Hay cosas que sencillamente deben ser contempladas...y callar.



Desde la Super Trinchera...fumandome un chocolate

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