martes, 16 de junio de 2009

SONIDOS

Solamente un poco. Después me tardaré más organizando

cada palabra. Todos animales racionales, todos nos matamos.

A ver si tú puedes ayudarme…




Era entre pardo y gris, algo más oscuro que la voz de la trémula

nota de un bajo. Se fue haciendo espesa y absorbía lo que pasara

cerca de su radio. Porque, a pesar de todo, era un nefasto círculo.

Se expandía, me respiraba a mí …y expiraba algo confuso, difuso.




Por la mañana puedo manejar esos pasteles sobre la cabeza de

los niños. Parlotean en amarillo. Las mismas cosas de siempre.

Uno que otro naranja, y el puntual verde.

Pero hoy el estruendo fue enloquecedor.

El ayuno lo agudiza. Lo eleva al insoportable diálogo entre

los rojos y los violetas.




Necesito silencio…




Si cierro los ojos, todavía escucho el aleteo.




Uno, dos, tres…doscientos veinte…no funciona. La respiración.

No funciona…doscientos cuarenta y cinco…no existen, los

Fantasmas no existen…doscientos cincuenta y dos…doscientos

cincuenta y tres…Todo es azul. Un azul claro, que se interrumpe

por el dulce y periódico cristal del agua.




Sé cuando está cerca la atropellada ráfaga de pensamientos

ajenos porque puedo ver la columna de colores, cargada de

miles de voluptuosas esferas a punto de estallar hacia todos

lados. Así que corro lejos, muy lejos.

Por eso no me gustan las multitudes. Son extraordinariamente

Abrumadoras. Dejé de asistir incluso a la iglesia por la misma

Razón. Con sus cabezas gachas, sus manos juntas, sus bocas

Cerradas. Pero da igual. Están pidiendo y pidiendo constantemente

Pidiendo. Una intermitente sucesión de focos de navidad.

Puedo olerlos.




Pero…no quiero estar siempre acomodada en un rincón

de mi cabeza. Y me sumo a la miseria.




Puedo acercarme a una distancia prudente y solo el susurro

de la charla me dice la tonada en traición ó compleja

simetría. Las mejores son las que anticipan tormentosa

presencia del rojo en celo.




El imbécil del galeno no termina de comprender porque

odio tanto sentarme a conversar con la comadre de la

madrina de la ahijada de la tía de la estúpida vecina.

Son esos destellos rosa, tan dulzón. Y el espectro completito

de los insoportables amarillos. Por favor, no quiero socializar

en éstas circunstacias.




Seré flor de llanura desierta, filo de precipicio, cualquier ser

del arrecife. Voy a escapar gustosa de mi estuche hacia las estrellas.

Y me colmaré del poderoso espacio entre una y otra presencia.




Es tan complicado ser nadie. Obtener apenas lo necesario

para no tener que satisfacer gran cosa. Despersonalizarse

no ayuda mucho cuando existe en tu cabeza una paleta de

pintura, una partitura y la ineptitud de controlar tu fuerza.




Escrito por Erika Molina Prado

2 comentarios:

  1. Necesitamos el silencio escrito de tus versos..

    que lindo es leerte.
    gracias por compartir tus escritos

    saludos fraternos con cariño
    un abrazo

    besos

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  2. Mil gracias , Adolfo.
    Tus palabras siempre me hacen bien.

    Te mando un fuerte abrazo con cariño y respeto

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