domingo, 24 de mayo de 2009

QUE...de caminos, peregrinos. CUENTO

Caminos peregrinos

Como la última vez que te dije las razones
no fue suficiente,
déjame darte los motivos.

En algún momento del hamaqueo
se hicieron bolas los planetas
y pusieron en riesgo a las estrellas
con su tonta caravana de destinos.

Todos saben que la democracia
en el espacio se hace complicada.
Y conviene un líder.
Desde luego que fue un necio el elegido.

Ya del todo arrepentidos, nada pudieron los planetas contra semejante lumbrerita. Se hizo su corona y se organizó una corte con los indispuestos convidados. Los puso en fila. No le gustó. Los acomodó por tamaños. No le gustó. Los formó por textura. No le gustó. Los numeró. No le gustó.


Poco faltaba para el minuto de rebelión,
cuando en un arranque desesperado
les dio la espalda y se descuidó.

-¡Haremos que nos deje libres!- dijeron todos.

Pero ¿qué pueden hacer
tremendos mundos en siniestras manos?

Justo al instante de gritar su independencia,
el reyecito recuperó la figura y se hizo más determinado.

Vamos a decir que fue de forma pacífica.
Si tomamos en cuenta que hubo de todo.
Retumbo de núcleos, atmósferas violentadas,
órbitas impuestas y giros indistintamente otorgados,
además de arbitrarias piruetas.

Ha dejado fuera del orden pequeños satélites.
Como no dándoles importancia. Que no es lo mismo
intimidar a Saturno y a Júpiter. Que importa poco
unos cuantos por ahí…como ignorados.

En buena hora porque nuestra chica feliz,
se hizo camino y fama de lucidora justo
al amparo de su indiferencia.

Cuando el tiempo llegó al momento humano
se puso interesante el asunto. Es que
la envidia se apodera del más seguro
y del inseguro le hace infierno
ó lo convierte en un asno. (Escoge tú)



Pues bueno, la hicieron Reina de los cielos,
consuelo de los desvelados, amante de poetas,
músicos y otros desgraciados.
Celo de mujer y aspiración de ninfa.


Pero llegó hasta los oídos del Sol
que aquella insignificante,
sentía feliz y completa una vida de guapa.

No se diga más. Hay que someter a ésta.
Que de no ser mi servidora y esclava,
ha de irse desintegrando. En esas cosas,
el reyecito era experimentado. Sin culpa
ni remordimiento se disponía existencias.

Cuentan, porque yo
de cierto no lo sé. Cuentan, porque
yo ni estaba ahí. Cuentan…que La Luna
se enamoró perdidamente del Sol. Que
fue amor a primera vista. Es cierto que
era tremendo tirano, pero por el lado
amable se le hacía excitante
tanto poder en tan inseguras manos.



La Luna era mala coqueteando
con quien sí le causa
movimientos inciertos. De lo cual,
tomó ventaja, aquel.

Muchas noches. Muchos días.

Dicen, porque yo no lo oí. Dicen,
porque yo ni los vi. Dicen…que
en ese asunto de aniquilarla, él se encandiló
con la plateada.
Que no se supo como, pero sostenían largas charlas.

Un día él se alocó. La atoró
contra el universo y la desconoció.

Es que al parecer,
había olvidado los motivos…pero recordó.

-¡-Maldita Luna!- vociferaba. -¡Maldita!

¿Quién no sale huyendo
ante semejante y abrupto destino?

¡Huye, zorra plateada, huye!
No te dejes atrapar por ese rey.

Hay noches en las que casi
se topan de frente y son
noches de poesía ardiente. Ella se encarga
del mar, y de las perlas. Se ocupa de
los artistas, y de los que solo sueñan con ella.

Él, parece solo no soportarla.

Que importa. Los humanos no opinan.

Muchos de ellos conocen de su lengua.

Pero se entretienen observando, como

se buscan sin buscarse , como se encuentran

sin encontrarse.

Ellos se reconocen.

En el Universo,
hay miles
de historias
de planetas.
Pero
como ésta historia
…pocas.

Escrito por Erika Molina Prado


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