martes, 13 de enero de 2009

La única oportunidad de huír.

Apetece un mejorado y refrescante gesto de gratitud. Una silla y una copa.


Las 12:58 A.m. por favor,

no más desfiles incómodos.


Estoy sentada en la entrada del BAR, una vez dispuesta y esperando la salida de mí cheque,

me cargué con botellita de agua y dos tabacos de presupuesto vacacional.

- ¡No quiero flores, gracias!-

“y tampoco me encantaría comprar un reloj”


1:36 y la guapeza no se presenta.

¿Qué diablos hace una botarga peluchera arriba de un turibús?




Nunca entendí la creatividad colonizando espacios.



Paciencia mujer, hay quienes tiene que sofocar el hambre vistiendo faldita con listones de colores y un ridículo pañuelo en la cabeza.




¡PUFF! Otro tranvía, asoleados y consternados. Sí, aquí no hay razón para pixeles.

Una gorra, otra chamarra, bolsos de vanguardia, mezclilla ajustada, ¡cuánta pose conocida! ¿Te vendes?


Peluquín sombrilla, un ambulante, y ni sus luces.



“¿Estaría bien una escopeta?”




¡Ah, LA NAVIDAD LLEGÓ AL ZOCALO!

…de bolitas, de rayitas, florecitas, lisos y de cuadros, igual (detesto los vestidos).




Paranoica y desvelada ¿porqué carajo acepté otro turno?

¡dios, no permitas que use jeans que levantan el culo!


“En serio, es buen lugar para una escopeta”



Dale tío, que nos cierran el Banco.

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